dimecres, 8 de setembre del 2010

CREPS DE QUINOA AMB SALSA DE TARONJA

I aquí us deixem la recepta de la setmana, que vagi de gust!!

Ingredients:
80g de quinoa – 2 ous – 300ml de llet d’arròs – 1 punt de sal – 1cda sopera d’oli d’oliva – 1 cda sopera de sucre moreno de canya – 250ml de suc de taronja – 2cdetes de fècula de blatde moro – la pell d’una taronja – 3cdes soperes de xarop d’agave

Procediment:
En un bol gran hi posarem la farina d’arròs i la de quinoa. Hi afegirem els ous un a un barrejant bé. Incorporarem la llet mica en mica, dissolvent molt les farines per tal que no ens quedin grumolls. Finalment hi afegirem l’oli, el sucre i la sal. Ho deixarem reposar durant una hora. A continuació prepararem la salsa de taronja: barrejarem el suc de taronja amb la pell i la fècula del blat de moro a una cassoleta. Ho deixarem coure uns minuts a foc mig, fins que la salsa espesseixi. Incorporarem el xarop d’agave i ho barrejarem bé.
Seguidament, ho deixarem refredar. Quan la pasta per als creps hagi reposat, courem els creps un a un a una paella molt calenta. Haurien de sortir 6 creps. Finalment, escalfarem ràpidament la salsa de taronja i regarem cada crep amb ella abans de servir-ho.

Festín de sentidos

Aquí us deixem un breu article que hem trobat a la revista CuerpoMente d'aquest mes i que creiem val la pena llegir. Esperem que us agradi.

Murmullos, aromas... toda una miríada de matices se disuelve a nuestro alrededor sin que llegue a significar nada para nuestra percepción aturullada. Son sutilezas para las que a menudo no tenemos tiempo ni sensibilidad pero que están siempre ahí, extendiéndonos su invitación a ser captadas.
Quizá baste con simplemente sentir. Con dejar que el mundo nos llegue a través del cuerpo, filtrado por sus finos sentidos. En ese abandono atento solo a lo menor uno puede detenerse en gustos, texturas y olores, ser capaz no solo de mirar sino también de ver, en un diálogo íntimo con la parcela de realidad que nos es dado percibir.
La vida es una fiesta para los sentidos, un estímulo constante para el ejército de terminaciones nerviosas que informa de lo que ocurre ahí afuera. Narices, pieles y oídos vigilantes nos han sido legados para sobrevivir en un mundo en el que seguimos siento muy vulnerables. Pero también nos conceden el placer de lo exquisito, la seducción y el encanto de lo cotidiano.
 
EL GOCE DEL MUNDO
Agudizar los sentidos significa ser más sensible a lo que nos rodea, ir al encuentro de todo lo que se nos ofrece generosamente a cada momento, por leve que parezca: el camino del viento entre las hojas de un árbol, un perfume de fruta madura cargando el aire de la cocina, la sábana fresca en la mejilla,...
Apreciar estos deleites mínimos detiene la carrera de la mente cuando nos aleja del mundo más inmediato con su velo de elucubración. En cada uno de esos destellos con los que nos parece “cazar” un instante se renueva el asombro ante la vida desplegada. Sea lo que sea, nos llega enorme, nítido, con detalle. Es casi una revelación.
Este homenaje a lo extraordinario de cada día nos ancla a la realidad, nos invita a percibirla y vivirla antes que a querer juzgarla o cambiarla.
Los automatismos de la mente se resisten al ejercicio de la observación. Por eso es interesante librarse de ellos de vez en cuando y no dar el mundo por sentado. Recuperar el disfrute de lo sensual, del puro goce sensorial, forma parte de la artesanía de la felicidad.
 
Extret de: Revista CuerpoMente, Núm: 221
Escrit per:Yvette Moya-Angeler