Aquí us deixem un breu article que hem trobat a la revista CuerpoMente d'aquest mes i que creiem val la pena llegir. Esperem que us agradi.
Murmullos, aromas... toda una miríada de matices se disuelve a nuestro alrededor sin que llegue a significar nada para nuestra percepción aturullada. Son sutilezas para las que a menudo no tenemos tiempo ni sensibilidad pero que están siempre ahí, extendiéndonos su invitación a ser captadas.
Quizá baste con simplemente sentir. Con dejar que el mundo nos llegue a través del cuerpo, filtrado por sus finos sentidos. En ese abandono atento solo a lo menor uno puede detenerse en gustos, texturas y olores, ser capaz no solo de mirar sino también de ver, en un diálogo íntimo con la parcela de realidad que nos es dado percibir.
La vida es una fiesta para los sentidos, un estímulo constante para el ejército de terminaciones nerviosas que informa de lo que ocurre ahí afuera. Narices, pieles y oídos vigilantes nos han sido legados para sobrevivir en un mundo en el que seguimos siento muy vulnerables. Pero también nos conceden el placer de lo exquisito, la seducción y el encanto de lo cotidiano.
EL GOCE DEL MUNDO
Agudizar los sentidos significa ser más sensible a lo que nos rodea, ir al encuentro de todo lo que se nos ofrece generosamente a cada momento, por leve que parezca: el camino del viento entre las hojas de un árbol, un perfume de fruta madura cargando el aire de la cocina, la sábana fresca en la mejilla,...
Apreciar estos deleites mínimos detiene la carrera de la mente cuando nos aleja del mundo más inmediato con su velo de elucubración. En cada uno de esos destellos con los que nos parece “cazar” un instante se renueva el asombro ante la vida desplegada. Sea lo que sea, nos llega enorme, nítido, con detalle. Es casi una revelación.
Este homenaje a lo extraordinario de cada día nos ancla a la realidad, nos invita a percibirla y vivirla antes que a querer juzgarla o cambiarla.
Los automatismos de la mente se resisten al ejercicio de la observación. Por eso es interesante librarse de ellos de vez en cuando y no dar el mundo por sentado. Recuperar el disfrute de lo sensual, del puro goce sensorial, forma parte de la artesanía de la felicidad.
Extret de: Revista CuerpoMente, Núm: 221
Escrit per:Yvette Moya-Angeler